Viaje en remís, un R-18, FM folclórica 98 punto no sé cuanto, se escucha a “Los chalchaleros”. De Villa Urquiza a Retiro.
Primera escena.
El coche se detiene en un semáforo. Por la senda peatonal camina una mujer muy linda. El día está caluroso, por lo tanto, tiene la poca ropa necesaria para sentirse cómoda.
Habla el remisero:
- Mirá esta, que hembrón ¿no? Pero fíjate una cosa, mirá como está vestida ¿eh? Después se quejan... Porque esta piba está provocando o ¿no?
Segunda escena.
El tránsito está terrible. El remisero se justifica, impone el itinerario y cuenta por qué motivo haremos ese recorrido.
Habla el remisero:
- Mirá, vamos a agarrar por Libertador porque quería bajar por Corrientes pero me avisaron por la radio que hay tres pelotuditos con bombos cortando la calle a la altura del Abasto.
Tercera escena.
El coche se detiene ante un semáforo en rojo cerca de los bosques de Palermo. Por ley contravencional, trabajan allí por las noches travestis. Unos pibes de 8,9, 10 años se ponen de espalda a los autos. Todos esperan los habituales malabares pero ¡oh, sorpresa!, los niños se dan vuelta en un gesto digno de la Susana de Shok y muestran, mientras se acercan con un paso típico de modelo, dos pechos artificiales armados con las pelotitas que habitualmente usan para mostrar sus habilidades circenses. Uno de ellos, le habla a mi remisero con una voz entre aniñada y femenina: “tiene una monedita, señor”. El señor ni lo mira.
Habla el remisero:
- Viste esto ¿no? Esto pasa porque los pibes miran lo que los trabas hacen acá a la noche. Las cosas que deben ver estos pibes, ¡por Dios!. Además deben decir: “a estos chabones, por vestirse de minas, le dan un fangote de guita, entonces, nosotros hagamos lo mismo”. Pero, así empiezan. Después no los para nadie. En 5, 6, 7 años pasamos y estos pibes están vestidos de minas. Con peluca y todo. Acordate lo que te digo.
jueves, 4 de enero de 2007
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