viernes, 5 de enero de 2007

Postales de una ciudad patagónica

I.
Puente nuevo inaugurado por el señor presidente de la nación. Rutas de autopista. “Parece la entrada de una ciudad del norte”, pienso. Da la sensación de ciudad bien, de progreso recién llegado. A las veras del puente: el río marrón, el desierto, la vegetación achaparrada revoleada por el viento; más allá, el viejo puente de hierro; más acá, un barrio pobre, casas sin revoques, chicos jugando en las calles de ripio, perros.

II.
Edificios nuevos, exuberantes, iluminados, oficiales. En muchas esquinas y baldíos, obras en construcción, albañiles por de más. Pregunto de dónde tantas obras. “Futuras oficinas públicas”, me dicen. “¿Todas?”. “Sí, todas”. “Muchas plata tienen, entonces”. “El petróleo”, me confirman.

III.
Al cartel del cine teatro le falta el ON, las últimas dos letras del nombre de la ciudad. Y así muchas cosas a medio a hacer. O el típico: “faltan 5 para el peso”. La ciudad no le da demasiada importancia al detalle, a la pincelada final. “Para qué, si el viento te arruina todo a los dos días que lo terminaste de hacer”, diría alguien. Y un poco de razón tiene. Los carteles están oxidados, descascarados, emblanquecidos por el imbatible polvo. Los colores parecen no lucir, parecen no tener sentido.

IV.
Muchos cybers y negocios que venden accesorios informáticos. Pero hoy el pibe que atendía uno de esos cybers no sabía grabarme una foto a un CD. Lo terminé haciendo yo.

V.
Del casino entra y sale gente todo el tiempo, a cualquier hora del día.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"edificios nuevos, exuberantes, iluminados...(oficiales)"
"un barrio pobre, casas sin revoques, chicos jugando en las calles de ripio..."
Paradojas de una ciudad patagónica "SON"