jueves, 16 de noviembre de 2006

A 30 años del golpe en el subte

Línea B de subte. 18:30 horas. Cinco niñas de entre 16 y 18 años discuten sobre la última dictadura militar. Y lo hacen acaloradamente. A esa edad nada te inhibe. Ni siquiera la mirada y los oídos ajenos. Cosas que dicen (cosas que escucho entre el crujido de los rieles):
- los desaparecidos no eran carmelitas descalzas.
- en mi casa no tenemos ideologías, somos apolíticos.
- ya está, no se puede hablar todo el tiempo de esto.
- mi tío abuelo me dijo que los desaparecidos están en Europa (lo dice segura, convencida, es el comentario que más me preocupa porque reproduce el mito y, en boca de una adolescente de 17 años, suena más terrible).

En mi mochila tengo Recuerdos de la muerte de Miguel Bonasso. Justo ese día, por la mañana, leí un párrafo en donde se describe una sesión de tortura. Pienso en sacarlo, bajarme en la estación que ellas lo hacen y leerles ese momento del libro. Se paran, siguen hablando y se bajan en Malabia. No me animo.

Tiempo después le cuento la anécdota a un amigo que tiene a su madre desaparecida. "La próxima vez, ante una situación parecida, deciles que tenes a tus viejos desaparecidos".Prometo hacerlo.

No hay comentarios: