Pepe Mujica, el reciente presidente electo del Uruguay, fue guerrillero. Habrán visto los titulares de algunos diarios: “Ex guerrillero fue elegido presidente de Uruguay”. La organización donde se jugó el pellejo se llamaba Tupamaros. Como muchos jóvenes de la época, el Pepe tomó las armas contra los gobiernos dictatoriales del momento. En eso, la organización a la que perteneció no se distinguió de muchas otras que hicieron lo mismo, o algo parecido, a lo largo y ancho de Latinoamérica. Pero los Tupamaros tienen en su haber dos historias que merecen ser conocidas. La primera es de película. El 13 de abril de 1971 la friolera de 111 presos (sí, leyeron bien: 111 presos) se fugaron de la cárcel de Punta Carretas por un túnel que conectaba una de las celdas con una casa vecina al penal. Si no fue récord Guinness, pegó en el palo. El otro datito es un poco más controversial pero simpático al fin. En una oportunidad los Tupamaros secuestraron a un empresario muy adinerado. Algo muy común en esa época. Lo hacían para exigir grandes cifras como rescate y, de esa manera, sostener la organización y distribuir lo recaudado con los pobres de los barrios marginales de Uruguay. Bueno, lo concreto fue que no encerraron al buen hombre rico en una pocilga de mala muerte. Lo vistieron como se vestía un obrero en esa época y le dieron el sueldo que ganaba uno de los empleados que trabajaba en la fábrica de él para que sienta en carne propia cómo es vivir con tan poca plata. No sabemos si el tipo aprendió, pero que los Tupamaros fueron originales no hay duda.
lunes, 30 de noviembre de 2009
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