"Mi propia madre, que en su juventud era empleada en un comercio, me contaba cómo la habían llevado 'por la fuerza', una vez, a la Plaza de Mayo, y cómo por ese atropello, que debe haber sido cierto, supongo, toda su vida odió al peronismo. Pero también pude observar, como hija de mi madre, que le repelían los cabezas, los negros, los pobres cuando se organizaban. El pobre suelto, el que tocaba a su puerta para pedirle pan, era bienvenido para que ella ejerciera sus actos caritativos. El pobre junto al pobre, buscando salir de su pobreza, organizado, era para ella un exceso insoportable"
Sandra Russo en la contratapa de Página/12 de ayer.
domingo, 15 de junio de 2008
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