miércoles, 12 de septiembre de 2007

Vuelo diurno


Llegar en avión a Buenos Aires de día implica perderse ese mar de luces que iluminan el suelo de la noche. Y no puedo dejar de acordarme de un libro no tan conocido de Saint Exupéry, Vuelo nocturno.
Llegar en avión a Buenos Aires de día también supone ver muchas manchitas rectangulares azules en el suelo. Y se ve eso después que el comandante anuncia el descenso, de norte a sur, el norte está estampado de manchitas azules rectangulares. Y eso no es todo: si uno presta atención se encuentra con figuras en el terreno, al mejor estilo de esos mensajes que los extraterrestres dejan en los sembrados yanquis.
Buenos Aires de arriba no duele, pero –a veces– sí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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