i) Sábado, cuatro de la tarde. Un hombre corre por Álvarez Thomas con vestimenta de maratonista, anteojos de sol y un ramo de flores en su mano izquierda. “Una promesa por cumplir”, pienso.
ii) Una mujer dice que esto es peor que la dictadura. Al lado mío viaja alguien que tiene un familiar desaparecido.
iii) Un muchacho –que se dice llamar Familia– canta reggae en el vagón sobre una base musical que sale de un mini-parlante. Un tipo de unos 60 años, trajeado de oficinista, con el Ámbito en la mano, le sigue el ritmo con su pie derecho.
iv) Una nenita entra con su madre al vagón y ve un hueco de asiento donde sentarse. “Ma’, quiero ahí”. “No, ahí no entras”. “Sí, yo cabo”. Risas de la progenitora. “¿De qué te reís, ma’”, pregunta la nena ya sentada. “No se dice cabo”. “Y cómo se dice”.
sábado, 4 de agosto de 2007
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