jueves, 27 de octubre de 2011

Hace un año

Ese día me despertó un "no" angustiado, sostenido e incredulo de mi mujer. Estaba hablando por teléfono con alguien. Inmediatamente balbuceé un "¿qué pasó?". Una vez, dos veces. La tercera fue un grito. Se asomó por la puerta de la habitación y agarrándose la cabeza me dijo: "Murió Kirchner". Como un automata, manoteé el control remoto y busqué la confirmación televisada. Ahí estaba, en cada uno de los canales de noticias. Me quede horas frente al televisor y tirado en la cama. Petrificado. Sin reacción. Incubando la tristeza.

A las 8 estaba convocada una concentración en plaza de Mayo. Con Cecilia decidimos ir. Faltaban 37 días para que naciera Vicky. (Algún día le contaremos que de alguna manera estuvo ahí). En la plaza nos encontramos con mucha gente, todos consternados, entre temerosos por lo que iba a venir y shockeados por la noticia. Los más viejos lloraban. Los más jóvenes puteaban. Las dos frases que más escuché fueron "qué mala suerte" y "este tipo me cambió la vida". Se cantaba mucho "Andate Cobos, la puta que te parió". Hasta que me di cuenta de eso, para mí era "Aguanten todos, la puta que los parió". No estaba mal para ese momento el "aguanten todos". Después volvimos a casa, miramos 678 y nos fuimos a dormir. Tristes.

Al día siguiente me tocaba declarar en un juicio laboral. En el trayecto de mi casa al juzgado lloré por primera vez. Y no fue un llanto cualquiera, fue el primero que me causó un político argentino. Y eso no es poca cosa para alguien que, 10 años atrás, había cantado a rabiar el "que se vayan todos". Después de declarar, escuché detrás mío y desde el banquillo de testigo, como los abogados de ambas partes decían que Kirchner se había muerto porque estaba enfermo de poder. A tres cuadras de ahí, en la plaza, se empezaba a formar una fila para despedir los restos.

Ese día trabajé, escribí un texto sobre él y me fui a la plaza. Hice la cola con mi hermana y su novio durante unas 4 horas. Entramos a la Casa Rosada a las 2 de la mañana. El paso frente al féretro fue un momento breve, casi imperceptible. Pero intenso.

El viernes llovió. Me acuerdo que caminé desde el subte al trabajo. Fue la ciudad más triste que vi desde que vivo en Buenos Aires. Sobre Alem se estaba juntando gente para ver pasar el cortejo fúnebre. Luego, seguí todo desde el televisor de la redacción. Era todo muy triste.

Los días que siguieron no me los acuerdo. Pero los que van del 27 al 29 de octubre quedarán marcados a fuego en mi historia personal. Como quedaran marcados en la vida de muchas personas y en la Historia de nuestro país.

Todavía hoy, a veces, me pregunto cómo fue posible llorar por él, cuando lo hago por tan pocas cosas. Por casi nada, diría. Entonces, por qué. Ahora se me ocurre decir que las lágrimas fueron una muestra de un profundo agradecimiento. De qué. La lista sería larga. Elijo un motivo.

Gracias Néstor por rescatarme del cinismo de los que no creen en la política del Estado.

Gracias, en serio.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Un Diego K

lunes, 24 de octubre de 2011

viernes, 21 de octubre de 2011

100 libros

Esa es la cantidad de libros que leí entre el 1º de enero de 2009 hasta el 20 de octubre de 2011. Cien libros en 1023 días. Un libro cada diez días, más o menos.

El listado a continuación:

2009

1) La historia de la clase media, de Ezequiel Adamovsky

2) La cisura de Rolando, de Gabriel Bañez

3) Una excursión a los indios Ranqueles, de Lucio V. Mansilla

4) Alta rotación, de Laura Meradi

5) Keres coger = guan tu fak, de Alejandro López

6) Crimen y castigo, de Fiodor Dostoievski

7) Zombar, de Guilherme Zarvos

8) Corazón tan blanco, de Javier Marías

9) Pudor, de Santiago Roncagliolo

10) Forastero, de Jorge Accame

11) Falsa calma, de María Sonia Cristoff

12) El hombre del camión, de Emilia Delfino y Mariano Martin

13) El campito, de Juan Diego Incardona

14) El colectivo, de Eugenia Almeida

15) Lo que nosotras sabíamos, de María Inés Kreimer

16) Los días que vivimos en peligro, varios autores (cuentos)

17) Un grito de corazón; varios autores (cuentos)

18) Perder, de Raquel Robles

19) De A para X, de John Berger

20) La guerra del fin del mundo, de Mario Vargas Llosa

21) Guardia blanca, de Andrés Rivera

22) Infierno grande, de Guillermo Martínez

23) Crímenes imperceptibles, de Guillermo Martínez

24) Cuatrocasas, de Eduardo Mignona

25) La última moneda, de Rosario Brigevich

26) Oxidación, de Aníbal Ford

27) En el país del viento, de Roberto Arlt

28) Agosto, de Romina Paula

29) Las teorías salvajes, de Pola Oloixarac

30) El núcleo del disturbio, de Samanta Schweblin

31) Memorias de un carrero patagónico, de Asencio Abeijón

32) El otro lado, de Jorge Consiglio

33) Memorias del calabozo, de Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro

34) Caso Satanowsky, de Rodolfo Walsh

35) Timote, de José Pablo Feinmann

36) El arte de viajar en taxi, de Horacio González

37) Bajo este sol tremendo, de Carlos Busqued

38) ¿Vos me querés a mí?, de Romina Paula

39) El sueño del señor juez, de Carlos Gamerro

40) El Dock, de Matilde Sánchez

41) El deportista científico, de Martín de Ambrosio

2010

42) Lanús, de Sergio Olguín

43) Pájaros en la boca, de Samanta Schweblin

44) Chicas caras, de Teresita Ferrari

45) Los hombres que no amaban a las mujeres, de Stieg Larsson

46) Cantares del alma, de Guillermo Pellegrino

47) Tres rosas amarillas, de Raymond Carver

48) La señorita Porcel, de Esther Cross

49) La quinta mujer, de Henning Mankell

50) Los imprudentes, de Josefina Licitra

51) El gallo blanco, de Héctor Tizón

52) Variaciones en rojo, de Rodolfo Walsh

53) Oscura monótona sangre, de Sergio Olguín

54) El guardián en el centeno, de J.D. Salinger

55) Las luces no alcanzaron, de Alberto Trotta

56) Piquito de oro, de Gustavo Ferreyra

57) Cuentos completos, de Haroldo Conti

58) El oficinista, de Guillermo Saccomano

59) Noticias de los montoneros, de Gabriela Esquivada

60) Cuentas pendientes, de Martín Kohan

61) Si me querés, quereme transa, de Cristian Alarcón

62) La logia de Cádiz, de Jorge Fernández Díaz

63) Tía Julia y el escribidor, de Mario Vargas Llosa

64) El informe, de Martín Kohan

65) Blanco nocturno, de Ricardo Piglia

66) Dame pelota, de Dalia Rosetti

67) Galimberti, de Marcelo Larraquy y Roberto Caballero

68) La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, de Stieg Larsson

69) El profesor, de Frank Court

70) El loco Dorrego, de Hernán Brienza

71) La pieza del fondo, de Eugenia Almeida

72) Putas asesinas, de Roberto Bolaño

73) Túneles de Buenos Aires, de Daniel Schavelzon

74) Te pido un taxi, de Mercedes Halfon y Fernanda Nicolini

2011

75) Los reventados, de Jorge Asís

76) El río sin orillas, Juan José Saer

77) La otra playa, de Gustavo Nielsen

78) Inglaterra, una fábula, de Leopoldo Brizuela

79) Rock barrial, de Juan Diego Incardona

80) La Tierra del Fuego, de Sylvia Iparraguirre

81) La montaña mágica, de Thomas Mann

82) El flaco, de José Pablo Feinmann

83) Combi; Angela Pradelli

84) Conversación en La Catedral, de Mario Vargas Llosa

85) La astucia y el cálculo, Néstor Kirchner (2003-2010), de Beatriz Sarlo

86) Soy un bravo piloto de la nueva China, de Ernesto Semán

87) Manual de zonceras y otras yerbas, de Aníbal Fernández

88) La orfandad, de Sylvia Iparraguirre

89) Un yuppie en la columna del Che Guevara, de Carlos Gamerro

90) Negro contra blanco, de Gerardo Young

91) La presidenta; Sandra Russo

92) Redacciones perdidas, de Claudio Zeiger

93) Betibú, de Claudia Piñeiro

94) Kirchnerismo: una controversia cultural, de Horacio González

95) Magic resort, de Florencia Abbate

96) Argentinismos, de Martín Caparrós

97) Guillote, de Guillermo Cóppola

98) Kryptonita; Leonardo Oyola

99) Darwin en Tierra del Fuego, de Anne Chapman

100) Las vidas del General, Tomás Eloy Martínez

lunes, 17 de octubre de 2011

Las patas en la fuente (dos versiones de la Historia)


El 19 de diciembre de 2001 una marea humana de indignados porteños me arrastró a la Plaza de Mayo. Después de unos minutos frente a la Casa Rosada la policía comenzó a arrojar gases. En mi carrera imposible con ojotas veraniegas me vi sumergiendo las patas en la emblemática fuente de la plaza. Esa vez la Historia no me ofreció la posibilidad de mojarlas en la espera de un coronel que cambiaría la historia del país. Más bien todo lo contrario. Esa vez el agua refrescó la huida hacia un futuro incierto.