Hace unos meses un amigo volvió a su lugar de origen después de vivir muchos años en Buenos Aires. Escribió una carta que me gustó. A continuación unos fragmentos:
"Llegó la hora, llegó el transfer vía fax, y tengo un cagazo padre.
Pensé que este momento no llegaría mas... dejo 15 años intensísimos, de búsquedas, de aprendizaje, de crecimiento y de energía.
Atrás queda malabia, el soho, el futbol, el 22, lo de Norman, Valdes, el downtown, el Europeo, el fucking building, Mancini, y los porteros de cada uno de los edificios donde alguna vez moró algún integrante de la vagancia. Los conozco todos, de nombre de pila y con confianza... he testeado todas las instalaciones sanitarias.
Algunos sé que los pierdo casi para siempre, más que nada los ancianos que perdieron el tren tecnológico, otros seguro se vienen en cuanto puedan. La selva de cemento es enorme y hermosa, pero te deja solo de soledad absoluta.
Quienes nos criamos tirando piedras, en bici y arriba de un árbol, no podemos comprender el cumpleaños de un niño entre cuatro paredes custodiadas por el payaso asesino, con estrictos horarios de entrada y salida y con algún que otro guachín ganándose el mango inventándoles juegos estúpidos... Eso, no.
Elijo el horizonte, pero la movida me arrebató. Quedo en orsai con la galensa, la jugada me agarra volviendo... Quedan mil cosas en el tintero... el tintero para un rompebolas como yo, es infinito, un aljibe de tinta... Es que no sé lo que quiero, pero sé lo que no quiero.
Me queda la conciencia tranquila de que no me guardé nada, golpeé las puertas desde el Congreso hasta el Faena Hotel… Psicólogos, médicos, funcionarios, entrenadores, profesores, profesionales, y cuanto superior me rodeó, supo de mis sueños. Muy pocos quedan en la galería de los grandes. Eso da más fuerza y ambición, y sobre todo amor por los guachines. Quien ayuda a un junior, demuestra fuerza, fe, confianza y seguridad en sí mismo, o sea huevos. Lo que falta en muchos lugares, en muchos aspectos.
No descarto nada, porque María me enseñó a poder fallar. O la rompo, o vuelvo, o tal vez fallo. Besos.
(estoy que lloro, qué puto!)"
martes, 30 de septiembre de 2008
domingo, 28 de septiembre de 2008
Huesos

Las pibas subieron en Lacroze –o Chacarita– a los gritos, a las risas, demasiado desaforadas para la hora que era, las 9:43 de la mañana. Querían que todo el vagón se entere de dónde venían. Y lo lograron.
Las dos se pararon frente a mí –yo sentado–, una de ellas tenía la mochila hacia delante. Reían y hacían chistes. Hablaban de alguien que ahora ellas poseían. “Es todo nuestro”. “Bueno, todo no. La cabeza nomás”. Más risas. Lo tenían ahí, en la mochila, una de las chicas le pasaba la mano a modo de caricia, no paraban de reírse. “Bueno, ahora hay que estudiar, eh, huesito por huesito, dientito por dientito”.
Las dos se pararon frente a mí –yo sentado–, una de ellas tenía la mochila hacia delante. Reían y hacían chistes. Hablaban de alguien que ahora ellas poseían. “Es todo nuestro”. “Bueno, todo no. La cabeza nomás”. Más risas. Lo tenían ahí, en la mochila, una de las chicas le pasaba la mano a modo de caricia, no paraban de reírse. “Bueno, ahora hay que estudiar, eh, huesito por huesito, dientito por dientito”.
sábado, 27 de septiembre de 2008
Islas

"No es imposible que toda ausencia sea, definitivamente, espacial... En una parte o en otra estarán, sin duda, la imagen, el contacto, la voz, de los que ya no viven (nada se pierde...)"
"Estar en una isla habitada por fantasmas artificiales era la más insoportable de las pesadillas; estar enamorado de una de esas imágenes era peor que estar enamorado de un fantasma (tal vez siempre hemos querido que la persona amada tenga una existencia de fantasma)".
"No estuve muerto hasta que aparecieron los intrusos; en la soledad es imposible estar muerto"
La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares.
miércoles, 10 de septiembre de 2008
La voluntad
“El cuerpo: el cuerpo es el modelo equívoco de la voluntad. Mirás la mano, decidís cerrar el puño y cierra. Con el brazo enyesado, mirás las únicas falanges visibles, querés cerrar la mano y la mano sigue paralizada ahí, pero dando, con su impotencia, la buena noticia de que alguna vez volverá a poder cerrarse a voluntad. Y si no tenés brazo, igual podrás comandar tu mano imaginaria: mandás la orden pero nada se cierra mientras se empieza a abrir la certidumbre de que si tuvieras tu brazo, tendrías allí una mano abriéndose.
Esa es la costumbre de la voluntad. Pero el mundo no es un brazo perdido. Ni siquiera es un brazo ajeno. El mundo es lo que sucede fuera del alcance, ya no del brazo, sino de toda voluntad.”
Rodolfo Fogwill en En otro orden de cosas
Esa es la costumbre de la voluntad. Pero el mundo no es un brazo perdido. Ni siquiera es un brazo ajeno. El mundo es lo que sucede fuera del alcance, ya no del brazo, sino de toda voluntad.”
Rodolfo Fogwill en En otro orden de cosas
domingo, 7 de septiembre de 2008
jueves, 4 de septiembre de 2008
El peronismo según pa’

Mi hermana estudia Trabajo Social en la UBA y en una de las materias le pidieron que personas de más de 50 años escriban sobre el peronismo. A continuación, el recuerdo de mi padre:
“Lo primero que recuerdo al pensar en las políticas sociales durante el primer gobierno peronista es una frase de mi mamá durante una charla con una vecina. Yo era chico pero me quedó grabado aquello de que ‘entonces llegó Perón y gracias que nos avivó un poco’.
Después me pregunté quienes eran las personas ‘avivadas’ por Perón y llegué a la conclusión de que éramos nosotros, integrantes de ese barrio de una ciudad pequeña, conformado por familias de trabajadores con actividades modestas pero que eran suficientes para seguir viviendo con cierta tranquilidad y garantizar a los pibes la concurrencia a la escuela primaria y su continuidad hasta donde se pudiera.
Otro interrogante que me planteé fue en qué había consistido la ‘avivada’ recibida de Perón. La charla de las vecinas entonces era sobre el trabajo cotidiano y es lógico pensar que, entonces, la ‘avivada’ venía por el lado de las leyes laborales destinadas a proteger a los trabajadores y a poner un límite legal a los posibles abusos de los patrones, que ahora no podían hacer lo que quisieran.
La figura de Perón aparecía así directamente ligada a los beneficios de un salario digno, el goce de las vacaciones, el cobro del aguinaldo, el cumplimiento de horarios de trabajo, las jubilaciones y ayudas sociales y otras ventajas que hacían más llevadera la vida cotidiana, aportando más tranquilidad al seno familiar.
Otro recuerdo que tengo es haber visitado de muy chico lo que se conocía como Escuela Hogar, un establecimiento muy moderno y de dimensiones grandísimas a los ojos infantiles. La escuela estaba destinada a atender a chicos de lugares muy distantes que no tenían acceso a la educación y eran llevados allí donde comían, dormían y estudiaban con la asistencia estatal. Ese tipo de escuelas, con fines tan respetados y loables, que se identificaban por características constructivas muy particulares, estaban
ligadas al gobierno de aquella época. Lo mismo ocurría con hospitales y otras dependencias para brindar atención a la gente. ‘Los hizo Perón’, se repetía incansablemente como poniéndole un sello definitivo y distintivo, que aun hoy se puede escuchar de alguna edificación que se conserva de aquella época y a la que se elogia por su solidez y continuidad.
Me acuerdo también del barrio donde pasé mi infancia, constituido por casitas del mismo tipo que ofrecían una imagen novedosa, de orden y armonía, atribuyendo cierta dosis de distinción a sus moradores y otra dosis similar de esperanza a los que aguardaban ser adjudicatarios Perón ya no estaba, pero el proyecto del barrio venía de los años de su gobierno y -como tantos otros- ya no podía volverse atrás.
Estas acciones quedarían definitivamente incorporadas -a pesar de todas las contingencias- a las demandas de la gente. Y allí reside la importancia de ese período de la historia argentina en la que se dio respuesta a viejas deudas sociales.
Ya nadie, aunque lo disimule o no lo admita públicamente, pudo dejar de aceptar que la gente había sido "avivada" y que sus reclamos por mejores condiciones de vida tenían que ser tenidos en cuenta. Después vendrían otras demandas, otras exigencias. Eso sí, sin descuidar ni permitir que aquellos beneficios logrados sean arrebatados.”
(MM. 56 años. Nació en La Pampa. Vive en la Patagonia)
“Lo primero que recuerdo al pensar en las políticas sociales durante el primer gobierno peronista es una frase de mi mamá durante una charla con una vecina. Yo era chico pero me quedó grabado aquello de que ‘entonces llegó Perón y gracias que nos avivó un poco’.
Después me pregunté quienes eran las personas ‘avivadas’ por Perón y llegué a la conclusión de que éramos nosotros, integrantes de ese barrio de una ciudad pequeña, conformado por familias de trabajadores con actividades modestas pero que eran suficientes para seguir viviendo con cierta tranquilidad y garantizar a los pibes la concurrencia a la escuela primaria y su continuidad hasta donde se pudiera.
Otro interrogante que me planteé fue en qué había consistido la ‘avivada’ recibida de Perón. La charla de las vecinas entonces era sobre el trabajo cotidiano y es lógico pensar que, entonces, la ‘avivada’ venía por el lado de las leyes laborales destinadas a proteger a los trabajadores y a poner un límite legal a los posibles abusos de los patrones, que ahora no podían hacer lo que quisieran.
La figura de Perón aparecía así directamente ligada a los beneficios de un salario digno, el goce de las vacaciones, el cobro del aguinaldo, el cumplimiento de horarios de trabajo, las jubilaciones y ayudas sociales y otras ventajas que hacían más llevadera la vida cotidiana, aportando más tranquilidad al seno familiar.
Otro recuerdo que tengo es haber visitado de muy chico lo que se conocía como Escuela Hogar, un establecimiento muy moderno y de dimensiones grandísimas a los ojos infantiles. La escuela estaba destinada a atender a chicos de lugares muy distantes que no tenían acceso a la educación y eran llevados allí donde comían, dormían y estudiaban con la asistencia estatal. Ese tipo de escuelas, con fines tan respetados y loables, que se identificaban por características constructivas muy particulares, estaban
ligadas al gobierno de aquella época. Lo mismo ocurría con hospitales y otras dependencias para brindar atención a la gente. ‘Los hizo Perón’, se repetía incansablemente como poniéndole un sello definitivo y distintivo, que aun hoy se puede escuchar de alguna edificación que se conserva de aquella época y a la que se elogia por su solidez y continuidad.
Me acuerdo también del barrio donde pasé mi infancia, constituido por casitas del mismo tipo que ofrecían una imagen novedosa, de orden y armonía, atribuyendo cierta dosis de distinción a sus moradores y otra dosis similar de esperanza a los que aguardaban ser adjudicatarios Perón ya no estaba, pero el proyecto del barrio venía de los años de su gobierno y -como tantos otros- ya no podía volverse atrás.
Estas acciones quedarían definitivamente incorporadas -a pesar de todas las contingencias- a las demandas de la gente. Y allí reside la importancia de ese período de la historia argentina en la que se dio respuesta a viejas deudas sociales.
Ya nadie, aunque lo disimule o no lo admita públicamente, pudo dejar de aceptar que la gente había sido "avivada" y que sus reclamos por mejores condiciones de vida tenían que ser tenidos en cuenta. Después vendrían otras demandas, otras exigencias. Eso sí, sin descuidar ni permitir que aquellos beneficios logrados sean arrebatados.”
(MM. 56 años. Nació en La Pampa. Vive en la Patagonia)
miércoles, 3 de septiembre de 2008
El campo es la patria
El domingo fui de paseo a Tomás Jofre, un pueblito cerca de Mercedes. Y sí, mucha familia sojera. Muchas boina combinada con chomba lacoste. Mucho pañuelito en el cuello de las señoras. Mucho de esto también.
Me contaron que en el baño de las mujeres del restorán donde fui a comer pasó lo siguiente. Una nena estaba retobada con su progenitora, y ésta no sabía muy bien cómo ponerla en sus carriles. En el medio de esa disputa, mi testigo escuchó esta frase de boca de la madre:
–Yo no soy tu sirvienta para que me tratés así.
Me contaron que en el baño de las mujeres del restorán donde fui a comer pasó lo siguiente. Una nena estaba retobada con su progenitora, y ésta no sabía muy bien cómo ponerla en sus carriles. En el medio de esa disputa, mi testigo escuchó esta frase de boca de la madre:
–Yo no soy tu sirvienta para que me tratés así.
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