miércoles, 30 de julio de 2008

Tintina

No salió como lo había imaginado: con la cara al sol, sonriente y el mono colgándole del hombro. Salió como entró, adentro de un celular, a las corridas y a las patadas. Pero salió, después de 9 años, 7 meses y 12 días. El pueblo había quedado lejos, allá en Santiago. Ni una visita en todo ese tiempo y una sola noticia: el padre había muerto.
Un fokker lo llevó a Buenos Aires, los papeles y la libertad. Una libertad con miedo, para qué negarlo. De Buenos Aires a Córdoba a visitar a su hermano médico. Quería saber cómo hacer con mamá. “Está vieja, hace 10 años que no me ve, cómo va a reaccionar”. El hermano médico dio la receta: “En la puerta de la heladera, adonde se ponen los huevos, deje una pastillita rosada, suelta, pero está ahí”.
Allá fue. Los actos políticos recién volvían a empezar, y llegó con uno en medio de la plaza. Y todos lo vieron, y vieron a un fantasma, a un desaparecido. Cómo era posible que esté ahí, caminando entre nosotros después de todo lo que había pasado. Todos los abrazaron, lo llevaron en andas hasta la casa. La hermana apenas lo saludó y, entre lágrimas, corrió a preparar a su madre. La sentó en el patio y simplemente le explicó: “Vino Carlos”.
Dicho y hecho: Carlos entró con la multitud, la madre lo vio y se desvaneció. El recién llegado levantó la voz y dijo casi gritando: “Negra, en la puerta de la heladera, adonde se ponen los huevos, hay una pastillita rosada, está suelta ahí”. Todos quedaron expectantes y en silencio, mientras Carlos sostenía a su madre. La hermana volvió con la pastilla rosa entre sus dedos. Todos miraron a Carlos. Algunos con la boca abierta, otros con los ojos bien grandes. Uno se acercó y lo pellizco; otro, al día siguiente, le pidió un milagro. Carlos sonrió ante cada una de esas situaciones y dejó que el tiempo acomodara todo. Él simplemente era un aparecido.

martes, 29 de julio de 2008

Fidel


Pueblo costero chico. Marzo, quizá abril, del ’76. Los tres saben lo que se viene. Jorge vio las puertas marcadas con una cruz de tiza en el barrio del otro lado del río. Si no es hoy, es mañana. Hay que preparar todo. Primero los libros. “¿Adónde?”. “Allá, en el fondo del patio”. “¿Un pozo?”. “Sí, un pozo”. La biblioteca quedó casi vacía. Los papeles van a parar a una fogata improvisada en la bañadera. Otros, al inodoro.
-Esperá, hay un problema.
-¿Qué?
-¿Qué mierda hacemos con el perro?
-¿Qué tiene el perro?
-¿Cómo, qué tiene?
- …
-Fidel… Se llama Fidel.
-¿Y?
-¿Cómo, y? ¿Y si nos preguntan cómo se llama?
-Le decimos otro nombre.
-No, no, el perro no responde a otro nombre. Mirá, hagamos la prueba. ¡Fico! ¡Fico!... No sé, piensen otro nombre, no se rían como dos boludos.
- …
- No, en serio, muchachos, qué carajo hacemos.

Al día siguiente, tocaron la puerta. Entraron, revisaron, desordenaron, volvieron a revisar. Todo iba bien, hasta que el jefe del operativo llegó con sus botas al fondo del patio. Se paró frente al montículo e hizo un movimiento con la cabeza como diciendo: “¿Y esto?”.
-El perro…
-… murió hace unos días.

Cuando todo terminó, la puerta quedó marcada con la cruz de tiza.
Y todo siguió. Sin el perro y sin los libros.

jueves, 24 de julio de 2008

Catarsis III (final)

¿Qué mierda me importan las carteras de Cristina cuando lo que se está poniendo en juego es cómo se va a distribuir la renta en Argentina? Porque lo que se discutió estos días fue eso, no la chequera del gobierno. O qué te crees, que todos estos señores que se pusieron al frente de lock out patronal hicieron todo lo que hicieron por el hambre, la pobreza, los negros, los cabecitas. Estaban peleando por la renta, no querían dejar de ganar. ¿Adónde estaban estos señores cuando en los ’90 se remataban los campos de los pequeños y medianos productores que dicen hoy defender? ¿Adónde estaba cuando morían 50 pibes de hambre por día? Porque la cosa es simple: todos esos forros que salieron a cacelorear durante este conflicto no pudieron conmoverse ni con el show del hambre tucumano de 2002 de Canal 13, pero sí se indignaron porque a los señoritos del tractor les tocaban las ganancias. Con los negros, no, ellos son pobres porque quieren, no trabajan porque son vagos; pero estos gauchitos son muy parecidos a los míos, sobre todo porque tienen propiedad, en fin, somos de la misma estirpe. Jamás voy a estar de ese lado. Jamás voy a decir eso. Jamás voy a pensar eso. Qué me importa Moreno cuando está en juego eso. Algo tan simple como eso. Pero ya lo sabemos: la clase media porteña todavía se sigue preguntando porque el pibe que le pide una moneda en la calle lo mira así, con esa mirada extraviada de odio; todavía se preguntan por qué esos que marchan por las calles detrás de una bandera lo miran con ese resentimiento. “Yo qué les hice para que me miren así”. Eso se preguntan. Y los muy turros no encuentran respuestas.
Hace unos días mi hermana me recordó que una vez le dije que lo peor de este país es la clase media. Estos días me hacen corroborar esa frase. Somos la peor calaña, la peor mierda…

martes, 22 de julio de 2008

Catarsis II

No, señor, no, señora, no, joven de chomba lacoste, no hay matices, hoy no los hay, la calle nos separa. Vos en una vereda, con tu idea puritana de la política, con la conciencia limpia y la bandera –sin sangre ni barro– que sacas para el mundial; y yo, al frente, con la idea que la política es maquiavelo, es tener un muerto en el placard, es negociar, discutir, putear. Es odiar al que la quiere toda para él.
Sí, claro que sí, la política debe buscar el bien común. Pero en este país no hay bien común posible si hay personas que sólo ponen sus cacerolas al servicio de personas de su misma estirpe, que ningunean a los pobres, que jamás hicieron nada por ellos más que darle una bolsa de ropa a Caritas, que se conmueven con el pibito negro harapiento de la calle y lo miran y se dicen: “ay, me lo llevaría a mi casa” como si fuera un perro abandonado.
Esa es la cuestión. Porque a lo que no tenés derecho es a creer que el gobierno es una dictadura o una monarquía que hace y deshace a su antojo los destinos de nuestro país. Porque si algo no es este gobierno es hegemónico y autoritario. ¿Hace falta que te lo demuestre? La 125 fue derogada. A lo que no tenés derecho es a desconocer que lo que sucedió en los últimos cuatro meses fue una arremetida de los grandes grupos económicos ante una mínima intervención del Estado. Porque si la cabeza solo te da para dilucidar que el gobierno hizo lo que hizo para llenarse los bolsillos de plata o comprar intendentes, debo decirte que lo tuyo es muy básico, muy de jardín de infantes. Pero no te aflijas, si querés ser de derecha, estudiás un poquito y lo vas a entender. No es tan difícil. Ojo, pero ahí te vas a tener que hacer cargo del lugar desde donde decís las cosas. Claro, pero sospecho qué es lo que te pasa. Tenés miedo. No hay nada más parecido a un fascista que un burgués asustado. Porque cuando vas con tu banderita al acto de los patrones del campo, vas por eso, por el miedo que te da que el Estado te quiera retener algo: el mp3, la notebook, los metros cuadrados de tu depto en Recoleta, tu posibilidad de hacerte un viajecito al exterior, la oportunidad de evadir impuestos. No te engañes, no salís por la democracia, la democracia te importa un huevo, tanto como le importó a tus ancestros cercanos que seguramente aplaudieron el golpe y votaron a Menem. Es tan obvio.

lunes, 21 de julio de 2008

Catarsis I

¿Por qué tengo que soportar las palabras hirientes e ignorantes del viejo que se sienta al lado mío en el colectivo? ¿Qué complicidad sospecha en mí, un joven de 30 años que sólo quiere leer un libro, mientras llega a su trabajo? ¿Qué lo hace pensar que yo estoy de acuerdo con él, con su pensamiento reaccionario y fascista? Entonces, aclaro: “Yo estoy a favor de la política del gobierno”. Los ojos se sorprenden, no sabe bien qué decir, algo balbucea, pero no con el mismo valor que hace unos segundos. Yo lo miro. La cosa termina ahí. Sigo leyendo.

¿Por qué tengo que soportar que todos coreen en acaloradas discusiones los copetes de La Nación? ¿Por qué tengo que tolerar que si uno les dice que no, que lo que está diciendo no es así, y le da información, el otro contesta: “Pero yo tengo derecho a pensar distinto”? Sí, a pensar distinto sí, a lo que no tenés derecho es a repetir consignas racistas, a escudarte en el librepensamiento para juzgar a los que menos tienen cuando en tu puta vida te conmoviste por ellos ni por nada que sea algo que no se pueda comprar. Porque vos sí vendiste tu almita en los ’90 por la módica suma de poder comprar el lavarropas en cuotas, y ellos no puede ir a la plaza para asegurarse un mínimo sustento para sobrevivir. A eso no tenés derecho. Como tampoco lo tenés a reducir la política y el rumbo de este país a agresiones hacia la presidenta de la Nación. Ese contrerismo barato al que no se le cae una idea, que repite y repite las opiniones del oráculo Nelson Castro. A lo que no tenés derecho es a denigrar la política, a reducirla a la “chequera del gobierno”, a la “locura de esta mina”, a la “heroicidad de Cobos”, al “autoritarismo y la soberbia de la presidenta”. Pensá, lee, estudia, informate, porque si querés tomar partido hacelo con estilo, no con la burrada del sentido común, hacete cargo que querés ser de derecha. ¿Ah, no? ¿No querés ser de derecha? Ah, ¿sos progre? Entonces qué corno hacés defendiendo la renta de los patrones del campo. Ah, ¿no es sólo es eso? ¿te molesta el estilo del gobierno? ¿lo ves poco democrático? ¿te joden las carteritas de Cristina? ¿te enerva que griten mucho? Mirá vos, che. Qué mal que está el país, ¿no? A mí me parece que el peronismo te da urticaria. No podés tolerar que haya sido el hecho maldito de nuestro país burgués. No podés pensar la política como un lugar donde hay que enchastrarse. Como te molesta D’Elía, Moreno y Moyano, ¿no? Se te revuelven esas tripitas que no se cansan de tomar actimel todas las mañanas. Y, bue, seguí así, cuando ganen ellos qué vas a decir. Ah, ya sé: “Son todos iguales”. Y vas a volver a empezar, limpito, sin manchas, con esos aires de yotedijequeestoibaapasar, yotedijequeerantodoslamismamierda, yotedijeque, yotedije, yote, yo.

domingo, 20 de julio de 2008

El chat y Cobos


Chateo pre-Cobos
Ella dice:
Yo estoy con el campo, querido!!!
N. dice:
Yo estoy con el gobierno.
Ella dice:
Ay, sí, qué espanto!!!
N. dice:
¿Por qué es un espanto que yo apoye al gobierno y no que vos hagas lo mismo con el "campo"? A mí me parece bien que estés con el "campo". En ningún momento te descalifique por eso. Me parece un poco intolerante lo tuyo, ¿no?

Chateo post-Cobos
Ella dice:
Lo que pasó es raro, no grave.
N. dice:
Para mí, sí es grave
Ella dice:
N., no estamos en los ’70!!!
N. dice:
No necesito que nadie me diga en que año estamos. Para mí, lo que pasó es grave.