martes, 14 de agosto de 2007

MP3


Por no sé que conjuro de la vida cotidiana y de las modas y de las transacciones propias de mi clase, me encontré con dos MP3 en mi casa. Y me imagine caminando por Buenos Aires o viajando en el subte con los auriculares puestos. Entonces, sentí miedo de dos cosas: de morir atropellado por el 33 después de no escuchar el grito de un peatón solidario que me avisaba de la posible embestida y de que este blog dejara de existir (no por morir debajo del 33, sino por dejar de escuchar).
Por lo pronto, lo cargué con 5 temas, sólo para probar cómo es.
Veremos qué pasa...

miércoles, 8 de agosto de 2007

Comunidad

Parada del 93. Alem y Corrientes.
–Este, ¿me deja en Independencia?
–Sí –y generoso me explayo en explicaciones: sigue por Alem, después por Paseo Colón hasta Independencia. Va todo por el bajo hasta Parque Lezama.
–Ah, bueno. Gracias.
–De nada.
Al minuto, llega el 93. Subo. “Setenta y cinco”. Y escucho a la señora de recién que detrás mío le consulta al chofer:
–¿Me dejas en Independencia?

*

Algo común. Pagar y que la cajera de turno tome el billete y lo raspe con la uña y lo mire a trasluz, de una lado y del otro, y que –en el mejor de los casos– lo introduzca en la maquinita de rayos ultravioletas.

*
Dogville
La aldea
La comunidad

martes, 7 de agosto de 2007

Niños del subte

Frases más escuchadas en la línea B de subte cuando los pibes ambulantes hablan entre sí: “¿Cuál haces?” / “No, dale, elegí vos” / “¡Hacé aquel!”

sábado, 4 de agosto de 2007

Instantáneas citadinas

i) Sábado, cuatro de la tarde. Un hombre corre por Álvarez Thomas con vestimenta de maratonista, anteojos de sol y un ramo de flores en su mano izquierda. “Una promesa por cumplir”, pienso.
ii) Una mujer dice que esto es peor que la dictadura. Al lado mío viaja alguien que tiene un familiar desaparecido.
iii) Un muchacho –que se dice llamar Familia– canta reggae en el vagón sobre una base musical que sale de un mini-parlante. Un tipo de unos 60 años, trajeado de oficinista, con el Ámbito en la mano, le sigue el ritmo con su pie derecho.
iv) Una nenita entra con su madre al vagón y ve un hueco de asiento donde sentarse. “Ma’, quiero ahí”. “No, ahí no entras”. “Sí, yo cabo”. Risas de la progenitora. “¿De qué te reís, ma’”, pregunta la nena ya sentada. “No se dice cabo”. “Y cómo se dice”.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Perro en acción

Subte, estación Alem, 11 de la mañana, un perro en el vagón. Un policía intenta agarrarlo, pero el pichicho se escabulle por la otra puerta. El policía lo sigue, el perro vuelve a entrar al vagón. Parece una película muda. Los pasajeros sonríen. Alguien grita algo (al cana, obvio). De repente, el perro se detiene en el medio de la formación, como esperándolo al policía. Su cuerpo se menea al ritmo de una cola loca de alegría. Está jugando. El uniformado se acerca, el can se desparrama en el piso, panza arriba en busca de caricias que consigue de inmediato. Suena la bocina anunciando la partida. El perro se levanta de un salto y sale corriendo por el andén. Sabe lo que vendrá: ladrar sin parar a ese subte que se va y a ese otro que viene llegando. Y de nuevo a empezar…