
I.
Llegó. Y con ella cientos, miles de pibitos y chicas y niñas y abuelas en los semáforos de la ciudad con cientos, miles de flores en busca de oficinistas que corren rumbo al trabajo, y que deberían agasajar a sus compañeritas o a su amante o a su mujer o a su jefa. Paran, compran, se van, sin mirar a quien les vende. Me detengo en uno. Moreno y Paseo Colón, un pibe de 10 años, morocho, cejas pronunciadas, dientes blancos, pobre. Él sabe que este día hay que vender flores para gente que pasa, rauda por su lado, y que no dejan de mirarlo como lo ven siempre: un cabecita que trabaja en la calle. Con la excepción de hoy, que trabaja para que el oficinista vaya con su primavera a cuesta y haga feliz a sus compañeritas o a su amante o a su mujer o a su jefa.
II.
Llego a mi oficina 15 minutos después de la hora indicada. No hay nadie. En cada uno de los escritorios hay una maceta con flores, envuelta en papel de regalo y un moño como corolario primaveral. La mía, por suerte, está casi marchitada. De hoy, no pasa.
III.
(…)
Un matadero en cada semáforo
y vacas flacas esperando luz verde
la calle se abotona hasta el cuello
para acunar mejor el cuchillo...
con la espalda contra la pared es más fácil tirar la piña
los asesinos nunca amagan
no doy un peso por esta calma...no doy un peso
Primavera negra.
Los caballeros de la quema (1991)
Llegó. Y con ella cientos, miles de pibitos y chicas y niñas y abuelas en los semáforos de la ciudad con cientos, miles de flores en busca de oficinistas que corren rumbo al trabajo, y que deberían agasajar a sus compañeritas o a su amante o a su mujer o a su jefa. Paran, compran, se van, sin mirar a quien les vende. Me detengo en uno. Moreno y Paseo Colón, un pibe de 10 años, morocho, cejas pronunciadas, dientes blancos, pobre. Él sabe que este día hay que vender flores para gente que pasa, rauda por su lado, y que no dejan de mirarlo como lo ven siempre: un cabecita que trabaja en la calle. Con la excepción de hoy, que trabaja para que el oficinista vaya con su primavera a cuesta y haga feliz a sus compañeritas o a su amante o a su mujer o a su jefa.
II.
Llego a mi oficina 15 minutos después de la hora indicada. No hay nadie. En cada uno de los escritorios hay una maceta con flores, envuelta en papel de regalo y un moño como corolario primaveral. La mía, por suerte, está casi marchitada. De hoy, no pasa.
III.
(…)
Un matadero en cada semáforo
y vacas flacas esperando luz verde
la calle se abotona hasta el cuello
para acunar mejor el cuchillo...
con la espalda contra la pared es más fácil tirar la piña
los asesinos nunca amagan
no doy un peso por esta calma...no doy un peso
Primavera negra.
Los caballeros de la quema (1991)