viernes, 21 de septiembre de 2007

Primavera negra


I.
Llegó. Y con ella cientos, miles de pibitos y chicas y niñas y abuelas en los semáforos de la ciudad con cientos, miles de flores en busca de oficinistas que corren rumbo al trabajo, y que deberían agasajar a sus compañeritas o a su amante o a su mujer o a su jefa. Paran, compran, se van, sin mirar a quien les vende. Me detengo en uno. Moreno y Paseo Colón, un pibe de 10 años, morocho, cejas pronunciadas, dientes blancos, pobre. Él sabe que este día hay que vender flores para gente que pasa, rauda por su lado, y que no dejan de mirarlo como lo ven siempre: un cabecita que trabaja en la calle. Con la excepción de hoy, que trabaja para que el oficinista vaya con su primavera a cuesta y haga feliz a sus compañeritas o a su amante o a su mujer o a su jefa.

II.
Llego a mi oficina 15 minutos después de la hora indicada. No hay nadie. En cada uno de los escritorios hay una maceta con flores, envuelta en papel de regalo y un moño como corolario primaveral. La mía, por suerte, está casi marchitada. De hoy, no pasa.

III.
(…)
Un matadero en cada semáforo
y vacas flacas esperando luz verde
la calle se abotona hasta el cuello
para acunar mejor el cuchillo...
con la espalda contra la pared es más fácil tirar la piña
los asesinos nunca amagan
no doy un peso por esta calma...no doy un peso
Primavera negra.
Los caballeros de la quema (1991)

domingo, 16 de septiembre de 2007

El loco de mi barrio

No sé su nombre. Me encantaría saberlo. Aunque pensándolo bien, alguna vez se me presentó, al doblar una esquina. “Soy tal, comandante en jefe de los servicios de inteligencia rusa”. Lamento no recordar su nombre. Pero sí recuerdo el de su perra. Gilda. A la madre le encantaba la cantante bailantera y de allí la gracia de esa blanca perrita raza calle que lo sigue a todos lados. Hace poco vi la situación más conmovedora que no veía desde hacía tiempo: la perra en el balcón de la casa llorando desconsolada y con la mirada en busca de la otra esquina de la cuadra donde estaba su progenitor.
El loco de mi barrio siempre está. Es omnipresente, como dios. Cada vez que uno decide salir a la calle no hay modo de no cruzarlo. Es alto, flaco, pecho encorvado, pelo canoso, bigotes. Va y viene, las veredas son su gloria. Conversa con cuanto vecino se le tope en el camino. Y lo he visto, perseguir a alguien para decirle vaya a saber qué cosa.
Vive solo, en una casa que queda justo en una esquina. Una ubicación muy privilegiada por cierto, y tentadora para esas inmobiliarias que no paran de sembrar dúplex, edificios, PH modernos. Miles de veces me imagine la noticia del tipo muerto. Obvio: la mafia de la construcción inmobiliaria. Y me río imaginando un testamento donde el loco le deja todo a su perra. Pero Gilda no duraría demasiado sin él, moriría de tristeza al poco tiempo.
Esa vez que me lo crucé me mostró cómo hace sentar a Gilda ante la orden sit, me confesó que es espía, que las mesas de votación se pueden averiguar en la comisaría, me habló de Malvinas, creo que me dijo que estuvo allí, en medio de la guerra.
Lo cruzo todos los días, pero hace tiempo que no hablo con él. La próxima vez le preguntaré el nombre.

sábado, 15 de septiembre de 2007

Llanto

Un pibe de 6, 7 años llora desconsolado en la puerta del subte. Pide por su padre. Una mujer se acerca y le pregunta dónde está, si él sabe dónde encontrarlo. “Está en Federico Lacroze”, dice puchereando las palabras. El niño se tranquiliza y, al rato, ya está camino al próximo vagón, con un manojo de estampitas en su mano.
Un hombre dice: “Habría que colgarlos a todos en Plaza de Mayo”. “¿A quiénes?”, pregunta la mujer que ayudó al pequeño. “A los padres, a quién va a ser”. “Lo que habría que tener es un poco más de compasión”, concluye ella.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Vuelo diurno


Llegar en avión a Buenos Aires de día implica perderse ese mar de luces que iluminan el suelo de la noche. Y no puedo dejar de acordarme de un libro no tan conocido de Saint Exupéry, Vuelo nocturno.
Llegar en avión a Buenos Aires de día también supone ver muchas manchitas rectangulares azules en el suelo. Y se ve eso después que el comandante anuncia el descenso, de norte a sur, el norte está estampado de manchitas azules rectangulares. Y eso no es todo: si uno presta atención se encuentra con figuras en el terreno, al mejor estilo de esos mensajes que los extraterrestres dejan en los sembrados yanquis.
Buenos Aires de arriba no duele, pero –a veces– sí.

sábado, 8 de septiembre de 2007

Mercedes


Recital de Mercedes Sosa en el Gran Rex. Canta un tema de Teresa Parodi, “La canción es urgente”. Al finalizar la canción, una mujer grita: "¡Aguante la memoria!", al mejor estilo de un "viva Pappo".
La voz de América escucha y responde:
–¡Nooo!, yo tengo que leer la letra, sino no puedo. Mi memoria ya no funciona como hace unos años. Antes de los recitales me hago imprimir todas, todas las letras.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Manu


I.
Uno –muchacho de clase media bien, con laburo, estudios universitarios, acceso a Internet (banda ancha, obvio), cable, diarios (de jueves a domingo, y los domingos dos: Clarín y Página/12), unas bibliotecas con centenares de libros, unos estantes con cientos de CDs, algunas visitas al cine y mucho cine en casa– da por sentado cosas. Como que el agua moja, o que el sol calienta, o que el fuego quema, o que Emanuel “Manu” Ginóbili es Emanuel “Manu” Ginóbili, ese tipo absolutamente reconocido por casi cualquier persona del mundo occidental, y mucho más si es argentino.

II.
Hoy me encontré esperando el ascensor en mi lugar de trabajo junto a una chica encargada de la limpieza del edificio. Limpiolux rezaba su uniforme blanco con tiras azules y verdes. Ella tendría unos 30 años, pero aparentaba más. (Los pobres y los que luchan siempre aparentan más). De pronto, en medio de la rutina que implica esperar al ascensor, vemos emerger desde las escaleras de la cochera a un hombre altísimo perseguido por una rubia. Era él. Flaco, enorme, con barba de tres días y de muy buen humor.
–¿Vamos en ascensor? –preguntó.
–No, mejor vayamos en escalera, es en el primero –le respondieron.
Con mi compañera de pasillo entramos al habitáculo. Algo había que decir. No se podía ser indiferente ante ese momento. Entonces, rompí el hielo:
–Casi viajamos en ascensor con Manu.
–¿Con quién?
–Con Manu Ginóbili, el jugador de básquet…
–Ah…
–¿Lo conoces? Era ese tipo alto, ¿lo viste?
–Sí.
–Juega en Estados Unidos –informo y me siento un idiota –. Y tiene mucha guita –sigo informando para sentirme más ridículo.
La mujer me mira. Su rostro morocho demuestra culpa por la falta de complicidad.
–¿Lo conoces? –insisto.
–No –me contesta tímidamente.
–Ah –atino a esbozar mientras me pregunto por qué carajo esa mujer tenía que conocer a Manu Ginóbili.

martes, 14 de agosto de 2007

MP3


Por no sé que conjuro de la vida cotidiana y de las modas y de las transacciones propias de mi clase, me encontré con dos MP3 en mi casa. Y me imagine caminando por Buenos Aires o viajando en el subte con los auriculares puestos. Entonces, sentí miedo de dos cosas: de morir atropellado por el 33 después de no escuchar el grito de un peatón solidario que me avisaba de la posible embestida y de que este blog dejara de existir (no por morir debajo del 33, sino por dejar de escuchar).
Por lo pronto, lo cargué con 5 temas, sólo para probar cómo es.
Veremos qué pasa...

miércoles, 8 de agosto de 2007

Comunidad

Parada del 93. Alem y Corrientes.
–Este, ¿me deja en Independencia?
–Sí –y generoso me explayo en explicaciones: sigue por Alem, después por Paseo Colón hasta Independencia. Va todo por el bajo hasta Parque Lezama.
–Ah, bueno. Gracias.
–De nada.
Al minuto, llega el 93. Subo. “Setenta y cinco”. Y escucho a la señora de recién que detrás mío le consulta al chofer:
–¿Me dejas en Independencia?

*

Algo común. Pagar y que la cajera de turno tome el billete y lo raspe con la uña y lo mire a trasluz, de una lado y del otro, y que –en el mejor de los casos– lo introduzca en la maquinita de rayos ultravioletas.

*
Dogville
La aldea
La comunidad

martes, 7 de agosto de 2007

Niños del subte

Frases más escuchadas en la línea B de subte cuando los pibes ambulantes hablan entre sí: “¿Cuál haces?” / “No, dale, elegí vos” / “¡Hacé aquel!”

sábado, 4 de agosto de 2007

Instantáneas citadinas

i) Sábado, cuatro de la tarde. Un hombre corre por Álvarez Thomas con vestimenta de maratonista, anteojos de sol y un ramo de flores en su mano izquierda. “Una promesa por cumplir”, pienso.
ii) Una mujer dice que esto es peor que la dictadura. Al lado mío viaja alguien que tiene un familiar desaparecido.
iii) Un muchacho –que se dice llamar Familia– canta reggae en el vagón sobre una base musical que sale de un mini-parlante. Un tipo de unos 60 años, trajeado de oficinista, con el Ámbito en la mano, le sigue el ritmo con su pie derecho.
iv) Una nenita entra con su madre al vagón y ve un hueco de asiento donde sentarse. “Ma’, quiero ahí”. “No, ahí no entras”. “Sí, yo cabo”. Risas de la progenitora. “¿De qué te reís, ma’”, pregunta la nena ya sentada. “No se dice cabo”. “Y cómo se dice”.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Perro en acción

Subte, estación Alem, 11 de la mañana, un perro en el vagón. Un policía intenta agarrarlo, pero el pichicho se escabulle por la otra puerta. El policía lo sigue, el perro vuelve a entrar al vagón. Parece una película muda. Los pasajeros sonríen. Alguien grita algo (al cana, obvio). De repente, el perro se detiene en el medio de la formación, como esperándolo al policía. Su cuerpo se menea al ritmo de una cola loca de alegría. Está jugando. El uniformado se acerca, el can se desparrama en el piso, panza arriba en busca de caricias que consigue de inmediato. Suena la bocina anunciando la partida. El perro se levanta de un salto y sale corriendo por el andén. Sabe lo que vendrá: ladrar sin parar a ese subte que se va y a ese otro que viene llegando. Y de nuevo a empezar…

martes, 31 de julio de 2007

¿Eran?

Subte, 10:30 de la mañana, suena un celular con ringtone de los silbidos de Kill Bill.
Atiende un hombre. Su voz retumba entre una masa humana arrumbada, silenciosa…
–¿Hola?
(…)
–Hoooolaaaa, Néstor, cómo estás…
(…)
–Bien, bien, por suerte bien. ¿Y Cristina?
(…)
–Sí, sabía que estaba de viaje. Pero ¿todo bien, no?
(…)
–Y sí, va a arrasar, qué duda cabe.
(…)
–Decime, qué necesitabas.
(…)
–Qué talle eras vos.
(…)
–Sí, tengo y muchos. Te los llevo a Balcarce, ¿te parece?
(…)
–(risas) Bueno, dale, te los llevo a tu casa (nuevas risas).
(…)
–Otro para usted, compañero.

viernes, 27 de julio de 2007

Militares


Colectivo 33, de La Boca al centro. Un nene de 8 años viaja junto a su madre en los asientos traseros.
–Ma’, ¿qué es eso?
–El edificio Libertador, ahí trabajan los militares…
–Ah, yo quiero ser militar.
–¿Estás seguro?
–Sí, sí… Quiero manejar esos tanques y vestirme como esos hombres.
–Ajá.
Esos hombres están rastrillando el césped con ese uniforme verde oliva dignos de una guerra en la selva (¿tucumana? / ¿vietnamita?).
–Y a ese ¿qué le pasó?
–¿A cuál?
–A ese que tiene un agujero en la panza. ¿Fue una bomba?
–Mmm… no sé.

jueves, 26 de julio de 2007

Corazones

“Escuchar es lo más peligroso –es saber, es estar enterado y estar al tanto. Los oídos carecen de párpados que puedan cerrarse instintivamente a lo pronunciado, no pueden guardarse de lo que se presiente que va a escucharse, siempre es demasiado tarde. Ahora ya sabemos, y puede que eso manche nuestros corazones tan blancos, o quizá son pálidos y temerosos, o acobardados.”
Javier Marías, Corazón tan blanco (1992)

lunes, 23 de julio de 2007

Pares




Gran Malvina y Soledad

La del rodete y la del pelo suelto

El de la mano y el del siglo

El de la moto y el de Bolivia

Las manos del General

viernes, 20 de julio de 2007

Citas a ciega

I.
Charla telefónica. Dónde vivís, qué haces, qué te gusta hacer el fin de semana, a qué te dedicas, ¿te gusta el cine?, qué película, qué gusto elegís cuando vas a tomar un helado, todas esas preguntas que funcionan como excusas para acechar sobre lo que realmente importa al varón de la conversación: si la mina del otro lado del tubo está buena o no.
Entonces…
–¿Te puedo hacer una pregunta?
–Sí, claro…
–Pero, ¿no te vas a enojar?
–No, dale… qué
–¿Sos gorda?
(…)
–Viste, te enojaste.
–No, no me enoje…
–Entonces, ¿sos o no sos?
–Sí, soy gorda y me encanta ir arriba.

II.
Chat en el MSN. El enter dispara mensajes y emoticones vertiginosamente, como balas de salva que van y vienen. De repente, la ansiedad varonil se hace presente desde el tópico más inesperado:
–¿Te molestan las cicatrices?
–No… Además, no creo que alguien tenga más cicatrices que yo.
–Ah… pero, ¿sos impresionable?
–No, ¿por?
(Envía una foto)
(Acepta, se descarga, la mira: la hendidura quirúrgica surca la piel encima de un esternón).
–¿Qué es eso?
–La cicatriz de una operación al corazón.
–¿Tuya?
–Sí, mía.

miércoles, 11 de julio de 2007

Nieve




"Aquel silencio total que de pronto había acallado todo rumor era anonadante; los mil y un ruidos que siempre se oyen en una ciudad, aún en plena noche, habían cesado por completo. La radio estaba muda.
-Pero... no es posible...
-Y sin embargo, lo es... ¡Miren allí!
-¡No! ¡No abras, Lucas!
-¡Hay algo en el aire! ¿No ven que parece que está nevando?
-Tienes razón, Lucas parece una nevada fosforescente...
Acunándose en el aire quieto, de lo alto caían tenuísimos copos; casi transparentes, emanaban una débil luz de trasmundo.
Todo hasta donde se podía ver, se cubría ya de aquella nevada, nevada irreal, nevada de dibujos animados. Y mortal, terriblemente mortal..."

El eternauta de Héctor G. Oesterheld y Solano López

martes, 10 de julio de 2007

Hermanos

Un chico que reparte stickers del hombre araña charla con una mujer de la lotería solidaria. Ella pregunta:
–¿Cuántos hermanos son?
–Somos tres, pero éramos cinco. Ya murieron dos. Una hermanita que murió de bebé y el Beto, que lo mataron hace dos meses.
–(…)
­–Un tiro en la cabeza y otro, acá, en la panza. Igual, mi otro hermano ya sabe quienes fueron y siempre dice que los va a ir a buscar.
–Y vos qué pensas.
–Yo le digo que no, que no vaya… que no quiero perder a otro hermano.
Suena la bocina que anuncia la salida de la formación.
–¿Cuál querés? –pregunta el pibe.
–Me quedo acá, andá a aquel que hay más gente.

lunes, 9 de julio de 2007

Modales medios

I.
En la línea B de subte sólo uno de cada ocho pasajeros les da la mano y un beso a los niños que reparten estampitas y señaladores con motivos amorosos.

II.
En cualquier mega local de Garbarino diez de cada diez consumidores que viajan en la línea B le devuelven la sonrisa al amable vendedor que les toca en suerte.

sábado, 7 de julio de 2007

Estampitas


Subte. Un pibe entra a un vagón semi-vacío. Reparte estampitas. A mí me toca la virgen desatanudos. Se acerca a una mujer embarazada y, en vez de darle el primero que seguía del toquito, comienza una ardua búsqueda –la misma que cuando le mostrábamos a nuestros compañeros las figuritas en los recreos. La encuentra, se la da, la mujer la toma, la mira y la deja apoyada en su rodilla. El pibe sigue su recorrido. Cuando vuelve, la mujer ya no está. La estampita quedó en el largo asiento rojo. Era San Ramón Nonato.

lunes, 2 de julio de 2007

Las libretas de José

José era un viejito que, en los ’70, recorría los bares de Buenos Aires pidiéndole a la gente que les escriba en una libreta una frase, un pensamiento, una consigna, algo, lo que se les ocurriera, lo que tuvieran ganas en ese momento. Esas libretas se hicieron libro. Hace un par de años lo encontré en una mesa de saldos de la calle Corrientes, la misma calle por donde José caminaba día y noche en busca de parroquianos amables que quisieran escribirle en sus libretas. A continuación, transcribo algunas que me resultaron interesantes, graciosas, simpáticas.

Las ideas no se matan. Se copian.
Ricardo

Crear es dar muerte a la muerte.
José

Cuánto amor se necesita para odiar tanto.
En el Bar Agua Sucia

Los valientes, en realidad, tienen miedo de ser cobardes.
O.U.

La única verdad es la ficción.
F.M.P.R. y S.L.B.

Edipo, volvé, te perdonamos todo.
Mamá

Antes tendrán que pasar sobre mi cadáver.
Papá

Tengo mucho miedo.
Graciela

***

Las libretas de José: ¿el protoblog?
¿Qué hubieras escrito en las libretas de José?

sábado, 30 de junio de 2007

Historias

-Además, ya te he dicho que en algún momento quise contar esa historia.
-¿Por qué?
-Por lo que se cuentan todas las historias. Porque me obsesionaba. Porque no la entendía. Porque me sentía responsable de ella.
-¿Responsable?
-Sí -dije, y casi sin darme cuenta añadí-: A lo mejor uno no es sólo responsable de lo que hace, sino también de lo que ve o lee o escucha.

Javier Cercas, La velocidad de la luz

martes, 26 de junio de 2007

Darío y Maxi


“El 26 de junio de este año, en el corte del puente Pueyrredón, la policía bonaerense asesinó a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. A partir de ese día, nada fue igual. Ni para nosotros –un par de futuros egresados en Ciencias de la Comunicación– ni para ellos –un grupo de personas que se organizan para recuperar la dignidad que le arrebataron– la vida cotidiana siguió igual.
Desde entonces, el dolor y la bronca no dieron tregua. Pero eso no inmovilizó. Fue en ese triste contexto donde el MTD nos regaló una enseñanza que no vamos a olvidar jamás: después del luto por el compañero asesinado sigue la lucha. En eso estamos, luchando.
Nada más sobre esto. Es inútil seguir escribiendo. Las palabras mentirían.”
(Texto escrito en un trabajo práctico para la facultad. En él se relata nuestra experiencia comunitaria durante el año 2002 en el Movimiento de Trabajadores Desocupados de Almirante Brown).

Año 2002. Anecdotario con los pibes de la copa de leche del MTD:
– Sonia estaba jugando a hacerle cosquillas a las chicas. Todas la rodeaban, mientras ella les decía: “Me dijeron que vos tenés cosquillas por acá ¿Puede ser?”. Cuando le tocó el turno de las cosquillas en el cuello a Mercedes se vivió una situación tensa: “No, ahí no me hagas porque tengo garrapatas”. “¿Garrapatas? ¿No serán piojos?”, preguntó incrédulo Nahuel. “No, garrapatas. Garrapatas como tienen los perros”.
– Ricardo y Esteban se acercaron a Nahuel para que los ayude con las fracciones. Nahuel tomó la carpeta y empezó a revisarla. En una carátula encontró un dibujo extraño realizado por uno de ellos. Era un ángel que estaba fumando al lado de 5 puntos (símbolo que significa muerte a la policía). “¿Qué significa esto?” preguntó Nahuel conociendo la respuesta. “Es muerte a la policía”, contestaron. “Y ¿de dónde lo sacaron?”. “De las paredes del barrio. Está por todas partes”.
– “Los del barrio Don Orione tienen más plata que los de acá (barrio Cerrito)”, dijo David. “¿Por qué?”. “Porque las canchitas tienen arcos de hierro y acá son de tronco de árboles”.
– Darío tiene 4 años, tiene ojos muy grandes y unos cachetes que tientan a agarrárselos. No habla mucho pero, un día, Sonia se sentó a hablar a solas con él. “Mi hermanito hizo caca en una olla”. “¿Cómo en una olla?”. “Sí, porque se rompió la pelela”.
– Camila tiene 5 años y es hija de Silvina, una de las dueñas de la casa donde funciona la copa de leche. Un día llegamos temprano y estuvimos haciendo tiempo charlando con ella. “Ayer fui a la asamblea con mi papá”, nos dijo. “¿Sí? ¿Y qué decían?”. “No sé, hablaron todo el tiempo de la policía”.

lunes, 25 de junio de 2007

61 / 39

Un hombre infectado con HIV pide en el vagón de subte. Dice que no necesita para medicamentos porque el hospital Muñiz se los suministra gratuitamente. Pero que sí necesita dinero para saciar sus necesidades básicas, para “darle una mamadera con leche a mi hija recién nacida”.
–Mamadera con leche, sí, capaz que sí –dice un joven sentado al lado mío.
–Siempre la misma historia con esta gente. No saben que inventar para no trabajar –completa otro, compañero de andanzas del primero.
Punto seguido. La conversación continúa así:
–Santi, me bajo en la próxima. Acordarte de mandarme por mail las propuestas de Macri así las reenvío. Igual, ya está todo medio cocinado, ¿no?

domingo, 24 de junio de 2007

Operativo policial

Antes de doblar la esquina, veo el reflejo de las luces azules que giran. Llego del trabajo. En la calle de casa hay dos patrulleros con la foto de López pegada en la luneta, una decena de policías y dos pibes –menores de edad, ellos– tirados en el piso, boca abajo.
Los vecinos se preguntan qué pasó. “No sé, recién llego”, dicen a coro. Llega la madre y las hermanas de uno de los pibes. “Soy la madre de Salazar”, dice. Alguien les explica qué tienen que hacer. La madre agradece. Un tipo pasa paseando su caniche toy. Dice: “Tenían que ser los de la villa”. Los vecinos rodean la “escena del crimen” y se despachan a piacere con frases por el estilo: “Con estos pibes ya no se puede hacer nada” / “Son incorregibles”. “Pero, qué pasó”. “No sé, no sé, pero esto ya no da para más”. Los pibes siguen en el suelo, los policías revisan sus mochilas, la hermana de uno pide que no los maltraten. La gente continúa con su común decir. Los pibes escuchan, la familia de uno de los pibes escucha, los policías escuchan. Son las 8 y 30 de la noche. Los patrulleros salen con los pibes adentro, la madre y hermanas de Salazar vuelven a la calle Donado, los vecinos vuelven a su hogar dulce hogar a preparar la cena y mirar a Tinelli.

miércoles, 20 de junio de 2007

Postales subterráneas


Un turista europeo le saca una foto a un pibe que está durmiendo debajo de unos cartones. Un chico y una chica del colegio de Callao y Corrientes lo putean al pasar. Y le dicen: “Andá a sacarle fotos a tus pobres”.
Una nenita de 2 años se despide de las estaciones que van pasando. “Chauuu, estación”. La madre se incomoda ante la insistencia de la niña. Y le dice: “Bueno, ya está”.
Un par de pibes de un centro de rehabilitación le dan una bandeja de alfajores de maicena a un tipo que toca con su guitarra una canción de Piazzolla y a un chico que hace malabares.
Muchos leen La Razón; uno lee Fenomenología del espíritu de Hegel.

sábado, 16 de junio de 2007

El doctor y el conductor

Canal 26. Domingo a la noche.
Mariano Grondona presagia los próximos años en la vida del presidente del centro de estudiantes del colegio Pellegrini:
–Yo te anuncio como va a ser tu vida de acá en más. Vas a terminar el secundario, vas a ser presidente de la FUBA, no vas a dejar entrar al rector al rectorado de la UBA y, a los 35 años, te vas a dar cuenta de todo.

*

Tinelli con Menem. Previa de las presidenciales del ’95.
Tinelli con Macri. Previa de las elecciones a jefe de gobierno del 2007.

*

¿Más claro? Agua, agua, mucha agua.

lunes, 11 de junio de 2007

Sobre Barcelona y López


El viernes, después del partido de todas las semanas con mis amigos y en medio de una ronda de cervezas, me preguntaron sobre la tapa de la revista Barcelona de la última semana en la que se hace mención a Filmus y, por enésima vez, a Julio López. Di mi parecer: “No me gusta cuando hacen humor con López”. Risas, un “pero, bueno…”, “vos también…”. “Eso lo hacen para que gente como vos se enoje”. “No se puede hacer humor con cualquier cosa”, digo. “Sí, se puede”. “No”. “Con Cromagnon hicieron lo mismo”. “También me parece mal”. “Pero si esos eran unos negros cabezas”. “Entonces, mandalos a la cámara de gas y, de paso, votá a Macri”. “Yo odio a Macri”. No alcanza con odiar a Macri.
La revista Barcelona me enerva, me saca de las casillas, es una de las pocas cosas que me ponen en estado de furia. Y paso a explicar por qué.
Los editores de la publicación acuden el cinismo para hacer su humor. El cinismo es esa manera de decirle a los otros que está más allá de todo, que nada lo involucra ni lo interpela, que todo le chupa un huevo. Muchas veces, funciona como un modo de protección ante la maldad del mundo. Otras, sirve para facturar (pienso –sin detenerme en las diferencias– en Petinatto, Rial, Pergolini y Tinelli). El cinismo que propone Barcelona no acusa un detalle: el tema sobre el que se puede hacer humor. Está claro que para los editores no hay represión al respecto. Todo vale, y en eso montan su provocación (¿su falsa rebeldía de cuarentones decepcionados ante el fracaso de la democracia? ¿su modo fácil de rendirse ante las cómodas cuotas del menemismo? ¿su encaje perfecto en la imposible posmodernidad post-20 de diciembre?). Pero lo que sucedió con López ¿es motivo de risa? Que sea el personaje central de las últimas tapas ¿es motivo de risa? El cinismo de Barcelona trivializa, banaliza, iguala todos los temas. No hay límite ni diferencia. Da lo mismo reírse de un tipo que estuvo (durante la última dictadura militar) y está desaparecido que de los niveles de fascismo de la clase media argentina. Y no puede dar lo mismo. Porque López es una víctima del terrorismo de Estado, porque reírse de eso es reírse de los centros clandestinos de detención, de la tortura, del robo de bebés, de los vuelos de la muerte; de los 9.000, 15.000, 30.000 desaparecidos. Reírse de él (o de lo que sucede alrededor de él) es no diferenciar que lo que sucedió entre 1976 y 1983 en nuestro país no es lo mismo que sucede hoy. Y no lo es porque esos años marcaron a fuego lo que sucedió y sucede en el país desde entonces. Y el problema con esas referencias constante de Barcelona hacia la figura de López es que no considera las diferencias, los gruesos matices que piden a gritos detenerse ante el dolor ajeno que debería sentirse como propio.
Y no exijo reconocer esa distinción desde mi obsesión o interés personal. Porque la desaparición de López no es algo personal, propio, intimo. Es algo que nos implica a todos, aunque no queramos, aunque algunas doñas Rosas digan con aires conspirativos que López aparecerá los días previos a las elecciones presidenciales de octubre (¡ojalá!). Las desapariciones políticas en nuestro país son los muñones de nuestra historia, que –como las extremidades apuntadas de un cuerpo– siguen estando, se siguen sintiendo, como fantasmas.
Para Barcelona el cinismo es un modo de desconocer al otro, de no reconocer comunidad posible, es la manera de decir que ya todo da igual, que la desaparición del principal testigo en la causa Etchecolazt no tiene mayor importancia que joder a Sabato, Nora Dalmasso, Bush, Kirchner, Bin Laden, Cristina y la mar en coche. Todo es lo mismo. ¿Todo es lo mismo? Que quede claro: no es lo mismo ser editor de una revista que ser el hijo o la esposa de un desaparecido o de una víctima de Cromagnon.
“Y de Norita, qué me cuentan. Se la curtía el hijo, noma’”. “Vos no te rías, eh”. “Sí, de eso me río –digo–, porque morir en un barrio privado de Río Cuarto no es lo mismo que ser víctima del terrorismo de Estado”. Estar desaparecido no es lo mismo que estar muerto. La ESMA no es lo mismo que un country. Julio López no es lo mismo que Nora Dalmasso. Militar por los derechos humanos no es lo mismo que ser una empresaria exitosa que se dedicaba a arreglar las flores de su jardín.
Desconocer esa diferencia es caer en el peligroso camino que nos llevará a repetir los males del pasado.

sábado, 9 de junio de 2007

Conversaciones comunes escuchadas mientras (hacía que) leía

I. Madre (recién pisados los 40) e hija (16 o 17). Subte, línea B, 19:30 aproximadamente.
–Estaría bueno ir al Pellegrini. No sólo por el nivel o por lo que te hacen estudiar. Está bueno porque te enseñan otras cosas.
–¿Qué otras cosas?– pregunta la madre.
–Claro, enseñanzas de vida, de cómo desenvolverte mejor cuando seamos más grande.
–No entiendo.
–Ay, mamá… el centro de estudiantes, por ejemplo. Eso está buenísimo.
–Pero eso qué tiene que ver con la educación. Eso es política.

II. Dos mujeres (de casi 30). Subte, línea B, 19:30 aproximadamente. Al día siguiente.
–Y bueno, es joven…
–Sí, ya se, pero está empecinada con ir a vender esas artesanías que hace a la puerta de la facultad.
–Ya se va a dar cuenta. Es un bebé, todavía. Dejala que vaya y vas a ver cómo viene de nuevo al pie. Que pruebe y que se de cuenta cómo es la cosa.
–¿Vos decís?
–Sí, ya vas a ver… Cuando tenga el primer hijo, se le van ir esos aires de hippie.
(risas)

viernes, 8 de junio de 2007

Pampa y Miller


La rutina tiene trayectos. Y la mía, cuando salgo cada mañana de mi casa a la boca del subte, tiene el suyo. Echeverría, Lugones, Sucre, Miller, La Pampa, cruzo Alvarez Thomas, retomo por la diagonal Urdininea, Triunvirato, cruzo Los Incas y me sumerjo en la boca del subte. El mismo camino de todos los días. Pero ese recorrido tiene un detalle, una cábala: mirar a dos gatos que viven en la esquina de Pampa y Miller. La obligación es mirarlos, buscarlos con los ojos, aunque sea al pasar, sin detenerme a contemplarlos demasiado, sólo ver que están ahí. Y hubo veces que pase de largo con la mirada esquiva y, al darme cuenta que semejante fallido me sepultaría en una maldición, retrocedía mis pasos para buscarlos.
Ayer, por la noche, me encontré con el vecino, dueño de la casa donde viven los gatos. Sin vergüenza, le conté la importancia cabalística que tienen esos felinos para mí. El tipo se rió, obviamente. Hacia el final de la conversación le realizo la pregunta del millón: “Cómo se llaman”. “Nacha y Nuchi”, me contesta. “Ah –le digo–, yo les había puesto Pampa y Miller”.

martes, 5 de junio de 2007

Lugares históricos


Desde el escritorio de la oficina donde trabajo puedo observar los últimos pisos del edificio de la CGT. En la cúspide pueden leerse las siglas y unas franjas que –a modo de bandera nacional– recorren el perímetro de ese último piso. Hoy leía en el libro El presidente que no fue de Miguel Bonasso que en el segundo piso de ese edificio funcionó, en un primer momento, el laboratorio donde el doctor Pedro Ara tuvo a cargo la ardua tarea de embalsamar el cuerpo de Eva Duarte. Luego, allí, también funcionó la capilla ardiente donde descansaron los restos de “la Señora” hasta la llegada de la Libertadora.
Me paro del escritorio, voy hacia la ventana, contemplo el edificio. Me impacta mirar lugares donde sucedieron hechos trascendentes de nuestra historia reciente. Algo de eso me atrapa, me conmueve, es mi pobre manera de sentirme parte de la historia.
–Habría que ponerle una bomba– me dice alguien al pasar pero se queda.
–¿A cuál de los dos: al de la CGT o al de Telefónica?
–Cómo a cuál de los dos. A la CGT, obvio.
–Ah… yo pensé que al de Telefónica.
–¿Qué tiene que ver Telefónica?
(–Ah, no tiene nada que ver. Mira vos– pienso)
–Pero el otro es un edificio histórico.
–¿Histórico? ¿Por qué histórico?
–Ahí estuvo “La Señora”.
–¿Qué señora?

domingo, 3 de junio de 2007

Las ciudades invisibles


"En esta ola de recuerdos que refluye la ciudad se embebe como una esponja y se dilata. Una descripción de Zaira tal como es hoy debería contener todo el pasado de Zaira. Pero la ciudad no cuenta su pasado, lo contiene como las líneas de una mano, escrito en las esquinas de las calles, en las rejas de las ventanas, en los pasamanos de las escaleras, en las antenas de los pararrayos, en las astas de las banderas, cada segmento surcado a su vez por arañazos, muescas, incisiones, comas."


"En Cloe, gran ciudad, las personas que pasan por las calles no se conocen. Al verse imaginan mil cosas las unas de las otras, los encuentros que podrían ocurrir entre ellas, las conversaciones, las sorpresas, las caricias, los mordiscos. Pero nadie saluda a nadie, las miradas se cruzan un segundo y después huyen, buscan otras miradas, no se detienen."


"Por eso los habitantes creen vivir siempre en la Aglaura que crece sólo con el nombre de Aglaura y no ven la Aglaura que crece en tierra. Y yo mismo, que quisiera tener separadas en la memoria las dos ciudades, no puedo sino hablarte de una, porque el recuerdo de la otra, por falta de palabras para fijarlo, se ha perdido."


Italino Calvino (1923-1985)

jueves, 15 de marzo de 2007

Globalización

Dice el Che: "Sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo"

Alguien me sugiere que ingrese a la página Ubbi fotologs. Lo hago. Luego sigo los pasos.
1º. Elijo continente: Asia. (Sitio al que quizás nunca toque ni con un palo. Como todo buen occidental me atrae lo exótico: ¿qué foto colgarán en la web?)
2º. Selecciono país: Irán. (En boca de todos, últimamente. Próximo país que invadirá EE.UU. Películas lentas, dicen)
3º Elijo estado: Kordestan.
4º Busco la ciudad con menos integrantes: Sanandaj.
5º Llego a una foto, la miro, la guardo en mi computadora, me sorprende, ahí, austera, contundente, demoledora. Como las bombas que esos niños no quieren escuchar.
6º Pienso en la frase del Che.

viernes, 2 de marzo de 2007

Doblaje


Humberto Velez, ex-dobladista al castellano de la inconfundible voz de Homero Simpson, cuenta su situación salarial en ese momento:

“Nosotros hacíamos la voz de la serie más vista de la televisión y sólo ganábamos 60 dólares el capítulo y se hacían aproximadamente 20 por temporada. Con esa plata no podés vivir. Además, es Estados Unidos ¿sabes cuánto ganan los actores de doblajes de Los Simpsons?: 350 mil dólares por cada capítulo grabado. Era y es una injusticia. Por eso digo que esa serie me ha dado todo menos dinero”.

lunes, 26 de febrero de 2007

El custodio

Los sigo de atrás. Un policía y un hombre de baja estatura, andar cansino, pelo negro, bien negro. Mi paso apurado los pasa. Bajo las escaleras y me siento en el asiento de siempre. Ellos bajan y entran a mi vagón.
El agente es el oficial E.A. Sosa, es corpulento, morocho, cara recia, tez un poco menos oscura que la de su acompañante. El acompañante va de civil: pantalón de vestir, zapatillas deportivas, camisa blanca con líneas verticales rojas, verdes y azules, un bolsillo lleno de papeles y documentos. Es boliviano y dice:
- Ayer también hubo un baile en ese lugar. Siempre pasa lo mismo, la bebida los pone violentos y siempre terminan a las trompadas. La vez pasada se les fue la mano, sacaron cuchillos, botellas rotas, se tiraron con sillas. No estoy seguro, pero también tienen armas de fuego.
El oficial no lo mira, le es absolutamente indiferente. Pero él sigue:
- Es una lástima porque divertirse está bien pero, a veces, se les va la mano. Lo que pasó con ese cristiano no está bien. Lo patearon hasta que lo mataron. Yo les gritaba que paren, que no sigan, que lo iban a matar. Pero no había caso, estaban enceguecidos, eran como animales. Pobre muchacho.
Termina de decir y, en el tono, busca complicidad con el agente.
- Usted tiene que decir lo que vio. Nada más- concluye, lacónico, el oficial.
Y el testigo calla. Calla para luego hablar frente al juez.

martes, 20 de febrero de 2007

Mañana en el Abasto

Mañana de sol, bajo por el ascensor,
calle con árboles, chica pasa con temor.
No tengas miedo, no, me pelé por mi trabajo,
las lentes son para el sol y para la gente que me da asco.

No vayas a la escuela por que San Martín te espera,
estás todo el día sola y mirás mi campera.
Tomates podridos por las calles del Abasto,
podridos por el sol que quiebra las calles del Abasto.

Hombre sentado ahí, con su botella de Resero,
los bares tristes y vacíos ya, por la clausura del Abasto.
José Luis y su novia se besan por ahí en el Abasto,
yo paso y me saludan bajo la sombra del Abasto.

Parada Carlos Gardel, es la estación del Abasto,
Sergio trabaja en el bar en la estación del Abasto,
piensa siempre más y más, será por el aburrimiento.
Subte Línea B y yo me alejo más del cielo,
ahí escucho el tren, ahí escucho el tren,
estoy en el subsuelo, estoy en el subsuelo.

Sumo

jueves, 15 de febrero de 2007

Hallazgo arqueológico

“El dato llegó a través de un informante anónimo. Decía que en Chapalcó, una pequeña localidad a 70 kilómetros al sudoeste de Santa Rosa, La Pampa, los represores de la última dictadura habían enterrado los restos de sus víctimas. En 2005 hallaron los huesos y empezaron las pericias. Dos años después, los peritos dictaminaron que el hombre le había errado, y por mucho. Los esqueletos tenían 3 mil años de antigüedad y según señaló un comisario e historiador de la zona: “Pertenecen al período Holoceno tardío”.

Fuente: Página/12 del 9 de febrero de 2007.

martes, 13 de febrero de 2007

Ya nadie va a escuchar tu remera




Ascensor en edificio de oficina. Planta baja. Un pibe de unos 25 años y un señor de unos 50 comparten el habitáculo de traslado vertical. Los dos van al quinto.
- ¿Quién es ese?
- ¿Quién?
- El de la remera.
- Ah...Lenin.
- Y dónde la conseguiste.
- Me la trajo mi novia de un encuentro zapatista que se hizo en Belén, en Brasil.
(...) segundo piso
(...) tercer piso
- Lenin los hubiera fusilado a todos.
- ¿A quién?
- A los zapatistas.
- Ah...sí (carcajada tímida)
- Yo pertenecía a las Juventudes Guevaristas del ERP.
(...)
- El día del copamiento a Monte Chingolo estábamos en una casa operativa para que en caso de que sea necesario hagamos algún tipo de logística...
(...) quinto piso
- Otro día te cuento mejor, sino pasate por mi oficina y charlamos un rato.
- Bueno, dale...

sábado, 10 de febrero de 2007

Filosofía citadina



"Hoy sabemos que para efectuar la destrucción de la experiencia no se necesita en absoluto de una catástrofe y que para ello basta perfectamente con la pacífica existencia cotidiana en una gran ciudad. Pues la jornada del hombre contemporáneo ya casi no contiene nada que todavía pueda traducirse en experiencia: ni la lectura del diario, tan rica en noticias que lo contemplan desde una insalvable lejanía, ni los minutos pasados al volante de un auto en un embotellamiento; tampoco el viaje a los infiernos en los trenes del subterráneo, ni la manifestación que de improviso bloquea la calle, ni la niebla de los gases lacrimógenos que se disipa lentamente entre los edificios del centro, ni siquiera los breves disparos de un revólver retumbando en alguna parte; tampoco la cola frente a las ventanillas de una oficina o la visita al país de Jauja del supermercado, ni los momentos eternos de muda promiscuidad con desconocidos en el ascensor o en el ómnibus. El hombre moderno vuelve a la noche a su casa extenuado por un fárrago de acontecimientos -divertidos o tediosos, insólitos o comunes, atroces o placenteros- sin que ninguno de ellos se haya convertido en experiencia".

Giogio Agamben en Infancia e historia. Ensayo sobre la destrucción de la experiencia.

La foto pertenece a Spencer Platt y fue la imagen ganadora del "World Press Photo 2006" en la categoría de "Foto del Año" por una instantánea sobre los destrozos que la guerra del Líbano dejó en la ciudad de Beirut.


miércoles, 7 de febrero de 2007

Más vale prevenir que reprimir

Suena a slogan progresistas ¿no? Bueno, el gobierno porteño se muestra muy muy muy progresista. Al punto que, en un recital de Liliana Herrero, los habituales patovicas con pecheras que dicen SEGURIDAD fueron reemplazados por otros patovicas con pecheras que rezan PREVENCIÓN.
Pero el gurka preventivo no puede evitar decir:
- Por favor gente, circulen, el recital ya terminó.

martes, 6 de febrero de 2007

Patria(s)


“Donde hay un trabajador está la patria”, dijo Eva alguna vez hace tiempo.

El diario dijo alguna vez hace poco que dos pibes de 14 años murieron aplastados por el techo de una fábrica abandonada que se desmoronó debido a un fuerte temporal. Los pibes se habían guarecido allí para protegerse de la lluvia y salvar del agua los papeles y cartones recolectados durante esa noche.

¿Dónde está la patria hoy?
¿Debajo de esos escombros?

lunes, 5 de febrero de 2007

Memorias subterráneas


La formación se detiene en una estación que no recuerdo. El vagón está ni muy muy, ni tan tan. Sube un trovador subterráneo con guitarra, pie de micrófono y amplificadores. Se ubica en el medio del coche. Rasga las cuerdas, afina, ajusta el volumen. Y empieza con “La flaca”, tema de un grupo español llamado Jarabe de palo. Lo canta lindo. Termina y lo aplauden con ganas. El cantor ríe. Y sigue con:

Sentados en corros merendábamos besos y porros
y las horas pasaban deprisa entre el humo y la risa,
te morías por volver, con la frente marchita cantaba Gardel y,
entre citas de Borges, Evita bailaba con Freud.

Sabina, “Con la frente marchita”, la canta mejor que a la anterior. Un policía, el cabo Altamirano para más precisión, sigue el ritmo con su dedo índice. Algunos tararean, otros dejamos de leer definitivamente y una mujer –50 largos– comienza a flaquear su rostro.

Duró la tormenta hasta entrados los años 80,
luego, el sol fue secando la ropa de la vieja Europa.
No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió.
“Mándame una postal de San Telmo, adiós, cuídate”.
Y sonó entre tu y yo el silbato del tren.

Llora. Llora e imagino: tiene 20 y pocos el 24 de marzo, milita en una organización peronista de izquierda, la cosa no da para más, todo está desmembrado, las citas envenenadísimas, los compañeros no aparecen o son asesinados en “enfrentamientos”, no queda otra que rajar a España o a México o a Suecia, hay que irse y se va. Exilio. Seis, siete, diez años fuera del país, lejos de los suyos. Y de los muertos.

Aquellas banderas de la patria de la primavera,
a decirme que existe el olvido esta noche han venido.
Te sentaba tan bien esa boina calada al estilo del Che
Buenos Aires es como contabas, hoy fui a pasear y
al llegar a la Plaza de Mayo me dio por llorar y
me puse a gritar dónde estás.

(Ese “¿dónde estás?, me suena a “¿adónde están?”)

La mujer seca sus lágrimas delicadamente con sus dedos. Está aturdida, los recuerdos la avasallaron inesperadamente. Busca monedas en su cartera. El cantante pasa, la mujer deposita las monedas en el morral. En quiénes habrá pensado, en qué momentos, en qué lugares, en qué olores, en qué sensaciones...

viernes, 2 de febrero de 2007

Negreros high society


...o los garcas de siempre que piden mano dura, matar a todos los villeros, paraguayos, bolivianos, piqueteros, cabecitas negras, aluvión zoológico, toda esa lacra de la sociedad que ensucian las calles, que dan una mala imagen para el país, que son sucios, vagos y unos negros de mierda que no quieren trabajar...


“12 argentinos y 10 paraguayos fueron hallados prestando servicio sin haber sido declarados por sus empleadores, sin condiciones de seguridad e higiene mínimas y durmiendo en el propio lugar de trabajo en forma hacinada. El proyecto de la construcción es de gran envergadura. Contempla un edificio de 17 pisos, con cocheras y pileta de natación, a un valor de venta de 3.000 dólares por metro cuadrado”.


Fuente: Clarín Digital del 2 de febrero de 2007

miércoles, 31 de enero de 2007

Libertad de mercado

Dice el joven y exitoso empresario Gonzalo Berra (37 años) a la revista Viva:
“Nosotros somos los hijos de los ’70. Crecimos en un tiroteo con el que no teníamos nada que ver. Esa era una generación egoísta que quiso explicarle a sus padres a los gritos cómo era el mundo. Nuestra generación no tiene grandes líderes, pero tampoco grita. Ejercitamos la tolerancia y el respeto a lo distinto. Y eso lo ves en los negocios”.

Alguna vez la organización armada uruguaya Tupamaros secuestro a un empresario. Lo recluyó en una barriada pobre de Montevideo y, lejos de mantenerlo en cautiverio en un cuarto oscuro y humedo, lo hizo vivir durante un tiempo con el sueldo que, en ese entonces, ganaba un obrero.

martes, 30 de enero de 2007

Postales policíacas de una ciudad patagónica

I.
Mucho policía en la calle. Parapetados en alguna dependencia oficial, algún negocio, el banco o el casino. O caminando de acá para allá por veredas que no tienen nada para decir. La fantasía de muchos será una toma de rehenes en “La anónima”. Como pasa en Buenos Aires. Pero no, nada de eso sucede. La gorra policial bien ajustada al cráneo para evitar un inesperado ventarrón. El revólver legal encastrado en el estuche, sin demasiado motivo para salir de allí en los próximos años, salvo que el oficial decida suicidarse, matar a su esposa o que su hijo lo use para amasijar compañeritos en la escuela. Diez cuadras para allá, diez cuadras para acá. De a dos, una mujer y un varón, contándose su vida.

II.
Pertenecer a las fuerzas de seguridad no es una cuestión de vocación de servicio. Es, ni más ni menos, la posibilidad de tener trabajo, la única salida laboral, la seguridad de pertenecer a algún lugar, la obra social, los beneficios, el sueldo mensual. El prestigio es la seguridad. Jóvenes caminan por las veredas luciendo distintos uniformes en sus distintos colores. Cada color es una fuerza: policía federal y provincial, gendarmería, servicio penitenciario.

III.
Noche en la ciudad, una mujer policía camina sola por la plaza del centro. Paso aburrido, manos atrás, cabeza gacha. La sigue un perro. El azul oscuro de su uniforme se pierde entre las sombras de los árboles. El chico que me gusta me espera en aquel banco, me llama, me invita a sentarme, la plaza está vacía para nosotros dos, me toma la cara con sus dos manos, me besa, me estremezco, nos desnudamos y hacemos el amor al lado del cartel prohibido pisar el césped.
Un auto pasa, el perro ladra, la policía lo sigue con la mirada.

viernes, 5 de enero de 2007

Postales de una ciudad patagónica

I.
Puente nuevo inaugurado por el señor presidente de la nación. Rutas de autopista. “Parece la entrada de una ciudad del norte”, pienso. Da la sensación de ciudad bien, de progreso recién llegado. A las veras del puente: el río marrón, el desierto, la vegetación achaparrada revoleada por el viento; más allá, el viejo puente de hierro; más acá, un barrio pobre, casas sin revoques, chicos jugando en las calles de ripio, perros.

II.
Edificios nuevos, exuberantes, iluminados, oficiales. En muchas esquinas y baldíos, obras en construcción, albañiles por de más. Pregunto de dónde tantas obras. “Futuras oficinas públicas”, me dicen. “¿Todas?”. “Sí, todas”. “Muchas plata tienen, entonces”. “El petróleo”, me confirman.

III.
Al cartel del cine teatro le falta el ON, las últimas dos letras del nombre de la ciudad. Y así muchas cosas a medio a hacer. O el típico: “faltan 5 para el peso”. La ciudad no le da demasiada importancia al detalle, a la pincelada final. “Para qué, si el viento te arruina todo a los dos días que lo terminaste de hacer”, diría alguien. Y un poco de razón tiene. Los carteles están oxidados, descascarados, emblanquecidos por el imbatible polvo. Los colores parecen no lucir, parecen no tener sentido.

IV.
Muchos cybers y negocios que venden accesorios informáticos. Pero hoy el pibe que atendía uno de esos cybers no sabía grabarme una foto a un CD. Lo terminé haciendo yo.

V.
Del casino entra y sale gente todo el tiempo, a cualquier hora del día.

jueves, 4 de enero de 2007

Remisero

Viaje en remís, un R-18, FM folclórica 98 punto no sé cuanto, se escucha a “Los chalchaleros”. De Villa Urquiza a Retiro.

Primera escena.
El coche se detiene en un semáforo. Por la senda peatonal camina una mujer muy linda. El día está caluroso, por lo tanto, tiene la poca ropa necesaria para sentirse cómoda.
Habla el remisero:
- Mirá esta, que hembrón ¿no? Pero fíjate una cosa, mirá como está vestida ¿eh? Después se quejan... Porque esta piba está provocando o ¿no?

Segunda escena.
El tránsito está terrible. El remisero se justifica, impone el itinerario y cuenta por qué motivo haremos ese recorrido.
Habla el remisero:
- Mirá, vamos a agarrar por Libertador porque quería bajar por Corrientes pero me avisaron por la radio que hay tres pelotuditos con bombos cortando la calle a la altura del Abasto.

Tercera escena.
El coche se detiene ante un semáforo en rojo cerca de los bosques de Palermo. Por ley contravencional, trabajan allí por las noches travestis. Unos pibes de 8,9, 10 años se ponen de espalda a los autos. Todos esperan los habituales malabares pero ¡oh, sorpresa!, los niños se dan vuelta en un gesto digno de la Susana de Shok y muestran, mientras se acercan con un paso típico de modelo, dos pechos artificiales armados con las pelotitas que habitualmente usan para mostrar sus habilidades circenses. Uno de ellos, le habla a mi remisero con una voz entre aniñada y femenina: “tiene una monedita, señor”. El señor ni lo mira.
Habla el remisero:
- Viste esto ¿no? Esto pasa porque los pibes miran lo que los trabas hacen acá a la noche. Las cosas que deben ver estos pibes, ¡por Dios!. Además deben decir: “a estos chabones, por vestirse de minas, le dan un fangote de guita, entonces, nosotros hagamos lo mismo”. Pero, así empiezan. Después no los para nadie. En 5, 6, 7 años pasamos y estos pibes están vestidos de minas. Con peluca y todo. Acordate lo que te digo.

martes, 2 de enero de 2007

Dos lecturas posibles

1) Qué costaba un: “Mi amor, ¿sos vos?”

2) “¡hay que matarlos a todos!” / “En la dictadura esto no pasaba”

Ergo:

“La madrugada del 29 de diciembre de 2003, César Mario Cristobo estaba durmiendo en su casa junto a uno de sus hijos. Un ruido lo despertó sobresaltado. Salió de la cama rápidamente y vio una sombra en la puerta de la vivienda.Tomó su revólver calibre 22 y disparó. Cuando se acercó al cuerpo que había quedado tirado en el piso, descubrió que había matado a su mujer, Ana María Forzano. El hombre dijo a la Policía que la confundió con un ladrón.
(...)
Según se determinó, Ana María, al no encontrar las llaves quiso entrar a la casa por un ventiluz lateral. Pero su esposo escuchó ruidos extraños y creyó que se trataba de asaltantes: agarró un revolver calibre 22, salió de la casa y realizó un disparo a oscuras. La mujer recibió un balazo en el cuello y murió.”

Fuente: Clarín Digital del 26 de diciembre